Coatí
A Coatí le ocurrió algo parecido que a Tejona. Sólo que cuando tenía pocas semanas fue vendida como juguete en Rurrenabaque. Además de soportar el ataque diario de los perros, era maltratada por las gallinas. De tanto stress empezó a perder el pelo de la cola. Durante un juego, un niño le quebró una pata. Cuando unas personas nos la entregaron, ella estaba realmente traumatizada. En este tiempo el pelo de su cola volvió a crecer. Es una coatí sana y muy curiosa, metiendo siempre su larga nariz en todos los rincones y agujeros. Las dos tejones viven juntas en una cómoda jaula, y durante el día caminan en libertad por la Estación, aprendiendo a cazar insectos. Prácticamente no hay que alimentarlas, ya que ellas lo hacen solas con lo que les ofrece la naturaleza pródiga de la selva. Por la noche entran a su jaula en busca de protección, ya que todavía son pequeñas. Pero algún día esperamos que ya no vuelvan.